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Parelelismos: la pandemia y el mar

La Pandemia y el Mar
(CNRE Lic. Javier Valladares)

 

Escribir sobre un tema de extrema actualidad es sumamente complejo, y más aún cuando uno pretende compartirlo dentro de una Academia, pero también con colegas de otras disciplinas.

Además, las crisis y ésta en particular del coronavirus tienen una dinámica continuamente cambiante que generan una interdependencia compleja de múltiples disciplinas, actividades que evidentemente involucran, como en este caso extremo, a toda la sociedad.

 

Por este motivo considero oportuno, aprovechando este aislamiento físico bien impuesto por el gobierno, compartir algunas ideas sobre experiencias que nuestra temática de interés, el mar, puede aportar y contribuir para la gestión de esta crisis.

Al mar, no todas las actividades y ciencias lo abordan de igual forma. Algunas lo ven como un ámbito en donde se desarrollan sus actividades específicas, por ejemplo: logística y comercio internacional, pesca, explotación offshore; otras más científicas lo ven como un medio en el cual: se desarrolla la mayor biodiversidad del planeta, se ofrecen múltiples recursos renovables, y gracias a su interacción con los otros medios (atmósfera, hielos y la tierra) mantiene nuestro ciclo de vida en un planeta habitable y así podríamos hacer una larga enumeración de relaciones del mar con nuestra vida.

Pero dentro de esta variedad de disciplinas enfocadas en el mar, existe y actúa un grupo profesional conformado por los marinos, los embarcados, todos los tripulantes de buques mercantes, pesqueros, deportivos, policiales o militares; que vemos al mar como un ámbito global, diferente al hábitat del resto de nuestra especie.

 

La pandemia y el mar

 

Todos los marinos aprendemos de jóvenes que el mar resulta ser un espacio educativo del trabajo en equipo y demandante de continua planificación. Coincidencias con dos de las condiciones más requeridas y que se escuchan a diario como necesarias para superar esta crisis del COVID-19, yo agregaría para superar cualquier crisis.

Centenares de médicos y economistas, como principales voceros y podemos sumar políticos, filósofos, religiosos, analistas de todo tipo entre muchos que nos brindan recomendaciones, recetas e incluso en la escalada mandatos y órdenes. Pero resulta interesante que observemos más en detalle algunas de estas coincidencias entre la vida marinera con lo que hoy se está escuchando y leyendo en todos los medios periodísticos:

 

Aislamiento espacial con alta empatía social utilizando todos los medios de comunicación distante (o no presencial)

No como solución para la pandemia, pero sí como mecanismo apto para minimizar dentro de lo posible el ritmo de propagación del virus y de este modo permitir a la salud pública atender el incremento de atención sanitaria que demandan los individuos que creen o que realmente se van contagiando. Se propuso primero el aislamiento social, luego corregido a espacial, y consecutivo
la cuarentena y cierre de fronteras por 12 días, que seguramente serán más.

Los navegantes nos aislamos en nuestros buques con un fin específico, una marea pesquera, un viaje de cargas, una patrulla oceánica, un servicio a una plataforma o por placer en un crucero de pasajeros. A veces por poco tiempo, otras por mucho más tiempo que la actual cuarentena.

Y en ese aislamiento aprendemos a complementarnos, cada uno cumple un rol, y con fluida y necesaria comunicación colaboramos a que el buque cumpla su plan su misión, sus objetivos. En ocasiones podemos sustituir a un enfermo o a un accidentado, pero nos cuidamos mutuamente para evitar que esto ocurra.

Incluso la alta empatía la tenemos con otros buques para prevenir incidentes en el mar, o con tierra, para optimizar nuestra actividad: arribo para la carga o descarga en un puerto, entrada a talleres para reparaciones, el relevo con otro buque en una patrulla o la asistencia en un siniestro. No importa idioma o bandera, el mar nos obliga a ser solidarios.

Por esto los marinos nos podemos considerar como profesionales globales, llenos de códigos internacionales que estandarizan casi todas las actividades en el mar. Estamos formados en cierto modo como mediadores culturales entre el puerto de origen con el de destino, somos como la lija fina que pule diferencias y nos ayuda a comprendernos mutuamente, obviamente manteniendo una
identidad, pero sacrificando algo de ella en pos de poder tomar de cada uno lo mejor para poder superar incertidumbres y riesgos de un medio complejo como es el mar.

El aislamiento físico no implica desconocer el entorno, ni nos excluye de las obligaciones y responsabilidades de convivir en la red de aldeas que es hoy nuestro planeta.

 

Mantener todos los servicios funcionando, al costo que sea.

Cuando un buque zarpa la preocupación de toda la tripulación es mantener todos los servicios funcionando, si algo falla no se podrá cumplir con la tarea asignada y posiblemente debamos regresar a puerto. Es igual a lo que le ocurre al país en esta condición extrema de cuarentena, relativamente aislado del resto del mundo y debiendo mantener la sociedad en funcionamiento.

Y esto se logra con planificación y evaluación de riesgos, con un cuidadoso seguimiento de los acontecimientos cotidianos y observando los efectos colaterales de cada acción tomada. Un buque no puede parar su planta generadora, debe dosificar su combustible o sus velas para asegurar el viaje programado, debe dosificar los alimentos para sus tripulantes y debe apreciar los cambios metocean que le pueden alterar su cronograma.

Incluso todo capitán siempre está evaluando cómo proceder si hay cambios en las condiciones de contorno para su viaje.

 

Tripulación tranquila, dando satisfacción a sus necesidades básicas.

Se escucha que una preocupación del gobierno actualmente es la cantidad de ciudadanos cuotapartistas o jornaleros o absolutamente autónomos que dependen de su actividad diaria para ganarse su subsistencia. ¿Cómo podrán hacer estos para mantener la cuarentena?

Éste es un tema extremadamente complejo especialmente por la masa de individuos en esa condición.

En un buque todos tienen relativamente cubierto ese problema, ya sea con el sueldo pagado por su empresa u organización o por el interés propio de navegar que les hace superar esa situación económica. En un barco sólo se debe procurar tener a la tripulación ocupada, adiestrada y con sus necesidades básicas resueltas.

Por este motivo éste debe ser uno de los principales problemas a resolver por el gobierno, mantener a la ciudadanía alimentada y con servicios mientras duren las medidas impuestas para gestionar la crisis. No se puede navegar con parte de la tripulación que no come o no puede cubrirse a la intemperie.

El esfuerzo principal, temporario, está en este punto. Y pasa por una adecuada reasignación de los recursos. Este sería un tema que el armador, el comando superior, el dueño del buque, el escalón superior al navegante propiamente dicho, debería asegurarse de resolver antes de dar la orden de zarpada.

 

Priorizar el cumplimiento de la misión.

Tanto en el mundo comercial, en los servicios o en lo militar, el cumplir con la misión es la prioridad; llegar con la carga en la fecha indicada al destino, volver cargados lo antes posible con la captura pesquera, capturar buques infractores etc.

En esta crisis de pandemia lo principal, en tanto se desarrolle la cura, es evitar que los contagios superen la capacidad de atención y hagan colapsar el sistema de salud pública.

Para ello es importante la educación y difusión continua de novedades a la población, el control del cumplimiento de la cuarentena, y el control de entradas y salidas del país, de la región y de las ciudades. Fomentar la responsabilidad social.

Esto se puede cumplir con la ayuda de todos, igual que en un buque, el equipo es uno.

 

Evitar lo superfluo.

En emergencias todo lo que me aleje de la misión o restrinja alguna de mis capacidades operativas debo dejarlo de lado o evitarlo.

Si mi prioridad es evitar la difusión de la pandemia entre mi población, debo concentrar mi esfuerzo principal en ello y evitar todo otro tema importante pero no prioritario para atravesar la crisis.

Superada la emergencia, se pueden volver a formular prioridades y reabrir los debates que identifiquen demandas, pero en la actualidad la prioridad es evitar el colapso social y económico de la sociedad. Evitar los sobrepesos, los equipos obsoletos no utilizados, la burocracia administrativa, los subsidios con otro fin que el de mantener a la gente alejada de las situaciones de riesgo para restringir la circulación del virus.

 

Obediencia y previsión.
En todo barco la cadena de mando implica obediencia sobre determinados decisores que llevan a cumplir la misión. El jefe de cubierta, el jefe de máquinas y todos como un verdadero equipo obedecen a su capitán.

El capitán por su lado, brindará la información oportuna y necesaria para que todos sepan cuál es la misión que están debiendo cumplir, desarrollando así la idea de equipo.

La previsión no es otra cosa que una adecuada planificación, tener pensado de antemano la derrota que se seguirá, el plan de carga o descarga, las posiciones alternativas para los lances de las artes de pesca. Pensar “in advance”, cubrir los posibles eventos y escenarios que se deban atravesar para llegar a cumplir la misión.

Pareciera ser algo sencillo, pero no lo es. Imaginar amenazas, conocer las vulnerabilidades, evaluar riesgos son capacidades que se educan y se alimentan de la experiencia y de datos que generen series estadísticas para con ellas evaluar las probabilidades de ocurrencia de determinados eventos o cambios.

 

Pensar el futuro es un arte que demanda también valores humanos y cualidades individuales por parte de quienes planifican y quienes ejecutan el plan. De nada sirven medidas inteligentes pensadas para gestionar la crisis si la tripulación no entiende qué estamos queriendo hacer y cuánto va a durar la acción planificada.

Necesitamos resaltar las buenas virtudes y valores de la sociedad, con persistencia y sin sobreactuación.

 

Este documento pretende ser un pequeño aporte desde la gente del mar para contribuir a sobrellevar la crisis excepcional que está atravesando toda nuestra sociedad.